lunes, 2 de noviembre de 2009

Teoria Gota a Gota.







 Una vez le conté a mi amiga yesi una teoría que tenía acerca del dolor emocional y el llanto, que siento que ahora puedo reproducir con propiedad:


Imaginemos que el corazón es un Jarrón de agua en el que fluctúan todas nuestras emociones a un nivel medio, estable… homeostático. Frente a él se encuentran dos estanques, uno de agua turbia y otro de agua pura. Nosotros optamos sumergir nuestro Jarrón en alguno de estos sabiendo que: uno nos da placer inmediato, satisfacción saturada sin esfuerzo alguno, lo quieres...lo tienes. El otro no es tan rico, es amargo como la realidad al principio, pero al cabo de el primer litro vas sintiendo una sensación agradable, te alimenta de bondades… pero ¿estás seguro de que quieres a veces amargas bondades? (piénsalo bien).

Si escogemos sumergir nuestro Jarro en estanques de agua turbia, cada vez necesitaremos estar más absueltos en ella porque el dolor de este vaciamiento es desesperante, los umbrales de tolerancia y necesidad se distorsionan, y por lo tanto nos llenamos y llenamos hasta colapsar el estanque, finalmente rebalsándolo para eliminar lo que contaminado como el mismo cuerpo cuando se intoxica… Pero esto es lentamente, gota por gota… lágrima por lágrima. Nos damos cuenta de que el resultado último no es más que emociones negativas y angustiantes, desarrollamos una sed y adicción enfermiza de esta agua turbia, que nos pide cada vez más para sentirnos estables. En nuestra calidad de humanos y su instinto de supervivencia nos damos cuenta, tomamos conciencia y adquirimos el conocimiento de la respuesta correcta. Sabemos que tenemos que dejarlo, sabemos que debemos cambiar de aguas, pero no lo creemos posible, descansamos en el cartel de adictos.

Cuando decidimos por fin enfrentar este derrame asumiendo que quizás resulte un proceso doloroso que queremos asumir para terminar con la angustia y la intoxicación obstinada, pasamos a otra etapa muchas veces no muy diferente: Sufrimos en la abstinencia hasta que ya nos sentimos algo recuperados, mejor, con más fuerzas. Pero ya no queremos seguir sintiendo el dolor de este “vaciamiento”, nos creemos fuertes y más preparados. Optamos claro… por el camino más fácil: nos quedamos ahí, estancados… con el mix de agua turbia y purificación que estábamos logrando, o peor aún, volvemos a sumergirnos en el estanque turbio a la mínima sensación negativa que nos haga sentir que en realidad seguimos siendo unos adictos sin remedio. La verdad es que buscamos cualquier cosa como excusa, porque siempre nos hacemos adictos a la mierda y volvemos a ella (mierda que nos anestecia). Si, Siempre es más doloroso escoger vaciar el estanque por completo… y es comprensible, es mucho más fácil, mucho más cómodo llegar al tope que te anestesie a el fondo desgastado (no es asi en realidad, pero en el momento uno lo cree). Además si estás ya acostumbrado a lo rápido… y ya te han dicho que el otro estanque es al principio más amargo… ermmm… (...)

 Pero aquí está el grandisisimo detalle… si lo logramos permanecer, haciendo de tripa corazón. Si alcanzamos vaciar todo el agua turbia, sufriendo hasta la última gota…y sumergir nuestro jarro en agua pura… sentirás, realmente que tu corazón se va a llenando poco a poco de  cosas puras, a veces amargas, a veces difíciles… pero lo dulce ahora no es lo que absorbes, lo dulce  eres tu… es en lo que te conviertes,  porque incluso lo malo… es transformable al combinarse con la pureza de tus aguas… Porque aprendiste, creciste...  entendiste el significado de una felicidad más universal (en lugar de una seguidilla de eventos sucedaneos de esta),  y te convenciste de que la podias conquistar.
Aida Peñaranda A.


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